El niño prodigio de la cultura pop de los años 90, Harmony Korine
En Julien Donkey Boy, su segundo largometraje se notaba ese giro en su manera de ver el mundo, un giro al humor absurdo que nace de la desesperación y evita otro tipo de provocaciones visuales al espectador. Sin embargo su mirada sigue siendo desesperada por la dificultad de sentirse un ser marginal en un mundo privado de la capacidad de imaginar. A través de esta historia de dobles que se encuentran en una residencia para crear representaciones escénicas de perdedores, Harmony Korine rinde homenaje a esa belleza oculta al resto del mundo que nos enseñó en Gummo.
A la manera de Cassavetes, Korine sigue favoreciendo la improvisación, dejando a sus protagonistas que hagan a sus personajes. De esta manera prefiere perder cierta coherencia y ganar una poesía accidental que sale del actor. Al imitar a ciertos iconos pop, esas almas puras en el sentido de Dostoievski intentan resucitar la magia desaparecida y hacer realidad su sueño. En definitiva, ¿Qué es sino el sueño americano? Los protagonistas (Samantha Morton, Diego Luna, Denis Lavant) proceden de países extranjeros y resultan totalmente indispensables para justificar esta utopía colectiva que parte de los fundamentos de la comunidad hippie. La locura y el desdoblamiento de la personalidad son las mejores defensas con las que plantar cara a una realidad demasiado cruel.
En esta última película, el poeta ya no busca pegarnos un puñetazo con el que dejarnos sin conocimiento como en anteriores cintas. En esta ocasión se dedica a sobrevolar como una mariposa sobre la historia que ha confeccionado, diseccionando pacientemente todos los componentes de una historia de amor tan silenciosa como imposible, acumulando digresiones surrealistas caóticas, convocando a los animales a que cuenten sus propios relatos y riéndose de sí mismo.
Tengo la sensación de que es posible que no quede muy claro lo que es esta película. Pero es que es tan diferente a todo lo que hemos podido ver que merece ser vista. Al fin y al cabo, podríamos definirla como una comedia hilarante de tristeza contagiosa.
vía: cartelera10.com
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