Dennis Hopper 1936 - 2010


Dennis Hooper fue una de esas personas con estrella nacidas para brillar con luz propia. Ahora, cuando ya es una luminaria más en el corredor de los triunfadores, es fácil determinar que su destino se cruzó con la suerte en más de una ocasión para, descarrilado varias veces, conducirlo de nuevo hacia el camino del éxito.

Considerado como actor poco convencional y uno de los 'enfants terribles' de Hollywood por su precoz iniciación en la dirección, Hopper nació en Kansas en 1936, donde se crió en una granja con sus abuelos porque su padre fue destinado a Indonesia durante la Segunda Guerra Mundial y su madre trabajaba para la Cruz Roja. Quizá de su infancia en el campo y entre animales le viene ese aspecto de hombre rudo que le ha caracterizado a lo largo de toda su carrera.

Unida la familia al regresar el padre del campo de batalla, se trasladan a Kansas City, aunque muy pronto tuvieron que mudarse a San Diego por la enfermedad del hermano de Dennis. Y ese paso fue seguramente una pieza clave en su destino ya que fue precisamente en California donde desarrolla su afán por la pintura y la interpretación.

Muy pronto se enroló en el Old Globe Theatre fundado en la ciudad donde representaba obras de Shakespeare. Y desde ahí todo pareció ir sobre ruedas. Cuando apenas tenía 19 años, la actriz Dorothy McGuire le recomendó para trabajar en la serie 'Medic', pero no fue hasta 1954 cuando el director Nicholas Ray le ofreció un papel en cine en la película Johnny Guitar. Poco después el mismo realizador le llamaría para trabajar en la mítica 'Rebelde sin causa'. Aquí llega el segundo acontecimiento que marcaría su vida.

A raíz de la película, protagonizada por James Dean, el galán y Hooper empezaron una estrecha amistad. Tras la muerte de Dean, el actor quedó profundamente 'tocado' ya que se había visto bastante identificado en su amigo y decidió seguir sus pasos. Se matriculó en el Actor's Studio donde recibe clases de Lee Strasberg para poder parecerse en la forma de actuar de James Dean.

Una vida al límite

Siempre le acompañó su fama de actor problemático y rebelde, aunque no fue hasta después de dirigir y protagonizar su ópera prima, Easy Rider (1969) , película de culto que le catapultó hacia el éxito, cuando comenzaron su problemas con el alcohol y las drogas. Gracias al dinero que recaudó su primera película, la productora le permitió rodar 'The last movie', un filme de bajo presupuesto que fue retirada de la cartelera al cabo de pocas semanas debido a su pésima aceptación por parte del público.

Eso y su divorcio de la ex vocalista del grupo Mamas & The Papas le sumieron en una profunda depresión que le hizo caer más hondo todavía al pozo de las drogas. Para sobrevivir hacía pequeñas intervenciones en series de televisión y películas de dudosa calidad, hasta que Francis Ford Coppola le reclutó para 'Apocalypse Now'. Tal fue su adicción, que tras años de rehabilitación en hospitales psiquiátricos, afirmó que si la vida habría sido justa con él, habría muerto más de diez veces por los excesos.

Especializado en personajes con problemas mentales y caracteres problemáticos, su carrera como actor se parecía cada vez más a su vida real. Recordemos si no su papel en 'Hoosiers, más que ídolos', donde interpretaba a un entrenador de baloncesto alcohólico o su memorable intervención en 'Terciopelo Azul' .

Compaginaba su actitud rebelde con su pasión por la mujeres, de hecho se postuló como uno de los grandes galanes de la época rompiendo corazones entre las féminas por su fama de hombre fuerte y rudo, siempre viviendo al límite. Eso le ayudó para seguir protagonizando películas y tras eso más llegaron decenas de filmes y series de televisión que han forjado de Hopper la estrella que era. Lo último que le hemos visto hacer es, como no, un personaje que se parecía mucho a él.

Fue en la serie 'Crash' emitida por la HBO, un serial basado en la película homónima de Paul Haggins en el la que Hopper hacía de Ben Cendars, un polémico productor musical de vida turbulenta que busca desesperadamente al grupo de moda para volver a ser reconocido por la profesión. El pasado 29 de marzo el actor, de 73, acudía a un acto homenaje en vida para ver su estrella en el paseo de la fama de Hollywood.

Visiblemente afectado por el cáncer de próstata que sufre en estado terminal, Hopper, con apenas 49 kilos, pudo disfrutar junto con sus amigos y compañeros de profesión su última despedida, un momento perfecto para rememorar una de sus frases más célebres: "Hay momentos en lo que he tenido brillantez real, pero sólo son momentos y, a veces, en una carrera son suficientes". Buen viaje y hasta siempre.

vía: elmundo.es

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