The Misfortunates o la lamentabilidad de las cosas


Desde Bélgica llega esta imperdible cinta del director Felix van Groeningen. Se trata de The Misfortunates, una comedia donde humor y tragedia se unen para caracterizar la brutal vida de Gunther, un niño que crece en una familia bastante particular: Los Strobbe.


Basada en el best seller semiautobiográfico de Dimitri Verhulst, The Misfortunates le da un nuevo sentido a la frase “Todas las familias felices se parecen entre sí, pero las desdichadas lo son cada una a su manera”. Bien lo sabe nuestro protagonista (Gunther), quien desde su adultez y su éxito como novelista, narra su historia: la de los Strobbe, una tribu extrañamente unida y dominada por hombres, todos borrachos, solteros, sucios, gritones y maleducados; protegidos bajo el mismo techo por su madre (Gilda De Bal), una abnegada anciana que intenta soportar aquel ambiente a ratos divertido, pero siempre bizarro, triste y decadente.


Los Strobbe son especiales o bien, intentan serlo. Son esa tipología masculina envuelta en la polémica, en la tentativa del alcohólico-emotivo que cree estar inevitablemente atado al destino y a la desgracia, escenario con una banda sonora formidable a cargo de Roy Orbinson, quien les provoca desde lágrimas hasta ratos de éxtasis y euforia. Y por supuesto el clan trabaja para sacar lo mejor de sí: en concursos para ver quién toma más cerveza o quién gana extrañas carreras “al desnudo” en bicicleta; se la juegan por amores no correspondidos y follan sin parar con cualquier cosa que tenga -o parezca tener- algo llamado vagina.



Me ha fascinado la forma que tuvo Van Groeningen de retratar con sensibilidad -e igual cuota de ironía y crítica- esta vida de mierda. Me quedo con el áspero vínculo entre Gunther y Marcel, su padre alcohólico. Una relación de amor y odio. El progenitor, hombre de ojos tristes y manos temblorosas, expresa un dolor tan profundo que sólo sabe apagar con alcohol y más alcohol.


Queda patente la típica “teoría del cambio”, de la rehabilitación, un imposible para Marcel que goza de una falta de cojones formidable para sacar adelante a su propio hijo. Me gustó la farra, las canciones inolvidables. Me reí a carcajadas con la del coño; bien entonada y con ánimo de réplica es un himno, sin duda.



Pero lo que me sedujo -sobre todo- fue la fragilidad de este grupo de varones que lo intenta, sin educación, sin esperanza en el futuro, pero con esa fuerza que sólo tiene una familia que se conoce, que sabe de sus miserias personales y sus errores, de bondades y arrebatos, humanos que se aman a su manera, una forma que no es quizás la legitima para muchos, pero que es válida para mí. Una forma disfuncional.



Eso es lo que me agrada de “The Misfortunates”: Que te vomita en la cara. Y creo que Gunther -después de años de huir de su padre (Marcel) para plantarse solo en el mundo- lo comprende y ese descubrimiento se convierte en un orgullo bastante complejo, ¡pero qué diablos, orgullo al fin y al cabo!.



Como corolario, ser un Strobbe es para el escritor un ánima que lo persigue, que lo aleja de la paternidad, una finalmente autoimpuesta con una revelación subterránea terrible: odia a su novia y a su madre, a las mujeres. ¿Cruel no? Pero si quieren ver una tragedia disfrazada de comedia, “The Misfortunates” es “la” opción.


Vía: Anormalmag







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